martes, 20 de septiembre de 2011

Cosas de hospitales Iº.

Hablemos de cosas deprimentes. O no. Mejor no. Hablemos de cosas deprimentes y de cosas inesperadas.

Acto I-Lo deprimente

Como por tercera vez en el año me dirijo hacia el Hospital con mamá. Voy sentada en un taxi con las piernas separadas en posición de parto y mis manos enganchando la costura fruncida del pantalón que es la que me aprieta y hace que el estómago me duela más. El taxista (o tachero como le dice papá) está escuchando una radio en la que la audiencia cuenta deliberadamente lo que quiere sin ningún tipo de filtro y a través de mensajes; y de a ratos en las pausas pasan alguna canción media mezclada entre Ricky Martin y Celia Cruz (lo cual no ayuda mucho con mi condición de enferma).
Al llegar me bajo con mi madre que caminando a mi lado me deja apoyar mi peso en su hombro, porque cada uno de éstos que doy me duele el estómago como si cada paso fuese una contracción, y así hasta sentarme en los bancos perfumados de bacterias. Listo. Mamá esperando para registrar mi tercera entrada, a través de una ventanilla, mientras yo sentada y decaída por mi enfermedad (y los plidex de unas horas antes para calmar el dolor), observaba a los que me observaban a mí, e intentaba no terminar durmiéndome justo en ese lugar. ..

Acto II-Lo inesperado

Mamá en la fila esperando paciente para registrar mi entrada cuando entra un tipo alto, de mas o menos unos 1. m 80 cm, pelo largo (castaño claro) y atado, ojos claros, unos jeans ajustados y una remera de manga corta. Al principio no noté todo esto. Sólo me dió el aspecto de un metalero panzón y cocainómano (aunque las últimas dos características no tengan conexión) que por alguna razón venía caminando a lo machote bravucón. Se para en el principio de la fila, y hablando fuerte casi gritando le dice a la señora a través de la ventanilla:

-Mirá, necesito que POR-FAVOR me selles esta receta porque necesito clonasepán.
-No señor, no puedo, esta receta ya venció.
-Pero a ver, dame un blister por lo menos... Dos! Lo necesito ya!
-Consiga una receta y vuelva señor, yo no puedo sellar una receta vieja.
-Ay pero.. A ver! Con quién tengo que hablaaar?!

El metalero se dirige a la puerta de Emergencias que está custodiada por dos guardias de seguridad y que al lado en un banco, estaba yo. Le habla al guardia de seguridad varón.

-Dónde esta "la negra"?!
-Viene en la noche ella, si quiere yo le digo que usted pasó.
-Dale, dale, decile porque QUIERO hablar con "la negra" eh. Gracias loco... Y vuelve a la ventanilla de registro...

Acto III-Lo deprimente

De haber pasado a observar a los que me observaban a mi, que ocupaban la sala de espera, al pasar a observar al machote bravucón exigiendo clonasepán, me sometí a la peor de las torturas del hospital. Cuatro horas sentada esperando a que me atendieran respirando perfumol barato que apesta a incienso de lavanda con alcohol, e imaginándome lo que pasaría por la mente de esos padres que dejan a sus hijos revolcarse por el piso del hospital libremente, tal como si éste fuera un parque de diversiones.
Y me vuelvo a apoyar en el hombro izquierdo de mamá. En los minutos siguientes me torno insoportable, como si fuera un niño. Pesimista, criticona, hasta histérica. El hospital me pone así...

Acto IIII-Lo inesperado

Entonces el sujeto cuando vuelve a la ventanilla de registro insiste exigiendo su clonasepán y gritando a los cuatro vientos que POR-FAVOR se lo den, que es un medicamento psiquiátrico. Finalmente le sellan su receta y se lo dan.
Cuando señor clonasepán se retira del hospital una señora de unos 40 años por ahí, se acerca a la puerta de Emergencias que está custodiada por dos guardias de seguridad y que al lado en un banco, estaba yo. Le habla al guardia de seguridad varón (vaya uno a saber porqué siempre le hablan al varón).

-Disculpe, no me deja entrar a hablar con la pediatra? Yo nosé como se llama... Yo vengo de lejos, tengo a mi hija de 6 meses toda quemada y como no tengo plata pa' comprar gasas le quería pedir a la pediatra a ver si ella no me daba...
-Yo entiendo señora, pero no la puedo dejar pasar sin una orden.
-Sí, pero la tengo toda quemada a mi hija yo, no fue mi culpa tampoco, vio? Es que sin querer la estaba agarrando con el brazo derecho y en el otro tenía una sartén con aceite caliente y bueno.. Sin querer perdí el control (señora... quién le dio esa receta que combina aceite caliente con bebes de 6 meses?)
-Yo la entiendo, pero no puedo dejarla entrar. Ahora cuando salga la pediatra a llamar pacientes le preguntamos.
-Ay, sí.. Gracias! La máquina de café funciona?
-Sí, todas funcionan, sale $15 con monedas.
-Ah, tienen una moneda de $10? Porque no tengo monedas.

Finalmente el señor le da una moneda de $10 y la mujer se retira a hacia la máquina de café.


Continuará...