viernes, 4 de mayo de 2012

Carta primera al Sr. M

Maldonado - 9:30 a.m .

Sr. M, me alegra haber recibido su carta. Con la visita que le hice ayer no hubiera esperado recibir esas noticias, y no podía esperar a darle mi opinión a cerca de ellas. 
Cuando me abrazó pidiéndome que no me fuera sentí una profunda sensación de tristeza y por lo tanto quería hacerle saber que no le ignoré completamente, aunque sólo haya dado vuelta la cara y me haya ido. 
Aprovechando las reflexiones sobre el día de ayer, cuando me contó que estaba saliendo con la chica de la tienda, no pude evitar imaginármele como un pibito fachero y moderno con aires de ganador. Y más tarde, cuando recibí su carta, diciéndome que se iba a Ibiza, pensé que quizás era lo mejor. 
Tómese un tiempo, haga algo diferente de la monotonía que rebasa sus días. Haga todo aquello que está en la lista de cosas que usted nunca haría. Piérdalo todo, piérdase. 
Pero no deje de escribirme, eso entra en la lista de cosas que no tiene que perder: el hábito de escribirme cartas. Es más, quiero que me prometa que lo va a hacer, mándeme una carta jurándolo, quiero firma y aclaración de que me va acontar con lujo de detalles la situación.
Salteándome de eso al tema del apartamento, no puedo aceptar yo tal responsabilidad. Tengo a unas horas de su ciudad a mi familia, y mis estudios, y aunque miento si digo que no me gustaría dejarlo todo atrás, al menos hasta que usted regrese, no puedo hacerlo.
Dejando de lado mis lamentos por no poder correr y aceptar sus llaves, me tengo que ir despidiendo, ya que la rutina me llama, y como buena rutinaria, debo contestar.

Espero todavía tenga guardado mi teléfono en su agenda, si extraña o necesita algo, no dude en llamar.

Saludos afectuosos, María.




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