domingo, 29 de mayo de 2011

Jhon the Bully.


Lo recuerdo bien, hace unos meses había salido del jardín y ahora ya entraba a primero. Entonces caminaba junto a mamá hacia mi escuela, la Escuela 7 (que no me agradaba nada pero era la que tenía más cerca), y recorría esas tres cuadras largas observando al frío disfrazado de humo escaparse por mi boca. Luego frente al portón de rejas blancas de la entrada siempre esperábamos unos 5 minutos a que se hiciera la hora. Así que cuando la hora se hizo atravesé la dirección, y los tres primeros salones, luego el patio. Después el molino y finalmente llegué al salón. Y ese día ya iba por otoño más o menos, si el árbol súper grande que yo podía ver a través del ventanal junto a mi banco ya se estaba quedando sin hojas, y las que le quedaban estaban secas, como teñidas de dorado.
Entonces estaba sentada en ese cuarto banco junto al ventanal que daba al patio, atendiendo a la maestra Iliana: una pelirroja panzona y alta, de labios teñidos de un rojo medio oscuro casi bordó; con su lunar bien marcado en el costado izquierdo de su nariz, entre ésta y su boca; sus ojos oscuros muy oscuros y más oscuros aún por el delineador negro, y finalmente sus cejas que le hacían parecer que siempre tenía el ceño fruncido.
La maestra tenía un carácter de esos que podían controlar a una clase de mas o menos treinta niños recién salidos de jardinera, pero a mi me generaba una ligera simpatía, no llegaba a cumplir con ese patrón de maestra mala y severa. Entonces Iliana daba la clase, y Jhon de seguro preparaba algún ataque secreto a algún compañero, sentado en uno de los bancos del medio, con su túnica desprendida y su cara de Bully. Jhon era flaquito y alto, de tez oscura. Y siempre con ese rapadito "terciopelo", que no es a cero pero tampoco deja al pelo moverse con el viento. Entonces Iliana tenía que hacer algo fuera del salón, y ahí la clase temblaba; porque hay algo que nunca descifré porqué, pero en vez de elegir a el más "normalito" para encargado de la clase, elegía al más Bully. Y así nos mandaba Jhon a hacer lo que el quería, sino nos pegaba, o le decía a la maestra que nos habíamos portado mal. Entonces se acercó hacia mi banco, me hizo unas caras raras y salió para afuera con su honda. Tomó una piedra, la colocó en la banda elástica, y disparó hacia el árbol. Mientras yo lo ignoraba, deseando que llegase Iliana. Toc-toc, en el ventanal de al lado del banco, y cuando giré la cabeza, el cuerpo se me vistió de frío. El sorete de Jhon le había dado con la honda a un pajarito y ahí lo tenía contra el vidrio, todo muerto. Con el penacho despeinado y la cabeza ensangrentada. Pero con eso no bastaba, entonces empezó a "limpiar" el vidrio con él, apretándolo con la mano y haciendo círculos; entonces ahora la panza también sangraba. Jhon se reía como si me hubiera hecho una broma de escuela. Y yo lloraba, qué iba a hacer? Lloraba como una pelotuda. A todo lo que pasaba alrededor le hice oídos sordos, se congeló el tiempo, y quedó en difuminado. Cuando vino Iliana ni si quiera me dio para contarle lo que había pasado. Todo siguió su curso normal.
Ahora, diez años después sigo viendo el pájaro en el ventanal, se me viene el recuerdo; me paralizo y lloro. Lloro como una pelotuda, que voy a hacer? Cuando le veo a él, veo a Jhon y a el pajarito muerto en el ventanal. Luego ni si quiera me da para decirle algo. Y nada sigue su curso normal.

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