Amaba esas copas de vodka, esas noches de boliche y de terminar con gente que nada que ver, en cualquier lugar. Me gustaba el lente de la cámara captando recuerdos para colgar de la nostalgia de un futuro. Me volvía loca de encontrar personas y pasar el rato. Que me contaran cosas, lo que quisieran. Y esas tardecitas de invierno: marihuana, bajón y sol. Más tarde: siesta.
Los findes religiosos de salidas con amigos. Y las noches de lluvia y vino en el cuarto de mi hermano.
Me agradaban los Beatles, el grupito del liceo y los bizcochos de morrón.
Me encantaban las camisas a cuadros, el chaleco y los lentes negros de mucho aumento y armazón.
En las mañanas de otoño levantarme a mirar el fondo de casa y la enredadera de flores violetas.
Adoraba desafiar a mama y que me cortara el pelo. Que me hiciera peinados raros. Me gustaba la colecta para las 9 de oro y las tardes con Pía y Manuela. Y mi hermana. Me gustaban tanto las conversaciones larguísimas con Diego y Lorena.
Todo eso me gustaba. Todas esas cosas simples hacían sonar el disco que tocaba la música de fondo en mis días. A algunas cosas las conservo. Y a las otras me las guardo en recuerdos. ¿No?. O en el armario. Como el chaleco, y las camisas a cuadros que usaba.
"En Macondo comprendí que al lugar donde has sido feliz no deberias tratar de volver."
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