sábado, 10 de julio de 2010

Histeriquismos de sábado.

Si bien todos los días cumplen con su cuota de stress y desorganizacion organizada, marca el calendario el sábado y la casa se torna una batalla medieval y nadie desea ser un luchador más entre las potencias femeninas de la casa.
Una se maquilla, la otra revisa el placard, la cama se cubre de prendas, el teléfono parece un delivery de 24 hs, y cómo quisiera una que se agrande el ancho de la puerta que nos lleva al cuarto, o al espejo en el baño para poder pasar sin el mas minimo contacto fisico que de darse podria desatar una pelea felina tal cual como si fueran un gato que cuida su territorio y el otro que con cautela intenta invadirlo para su beneficiencia.
A medida que va llegando más gente se hace más dificil transitar, y palabras como "permiso", "porfavor", "gracias" se dicen bien apretadas con los dientes y obligadas ante las buenas costumbres de recibir a invitados que no conozco, y que pasarán conmigo el resto de la noche.
Dentro de la caótica preparacion se esconde un aire de buenas acciones como sugerir prendas, maquillarse una a otra, y no dejar que el caos sobrepase a ninguna.
Tic-toc tic-toc tic-toc, el reloj llama a los últimos minutos y todas se apuran como hormigas obreras corriendo contra las gotas para trasladar los ultimos granitos de comida al hormiguero.
Una se desborda en un charco de desconformidad con como luce, y es ahi donde la mayor adulta trata de tomar las riendas del asunto fallando con un promedio de -1 de mejorar la situacion.
Miles de soluciones vienen y van, se lleva todos los elogios se aumenta el auto-estima y estamos listas para salir.
Estamos ahi, estamos ahi, entramos, allá esta Fulanito, allá esta Menganita, bailamos, nos olvidamos de todo el stress, no me importa un carajo si me quedo sin la remera que tanto busqué en el armario y que la saque y la volvi a dejar 25 veces, ni de si tengo que transformar el laciado, el brushing, los ondulines y el tiempo frente al espejo en una simple gomita de pelo haciendo una cola de caballo o un moño.
Hacemos sociales, miles de estupideces, los flashes listos para escrachar en su máximo esplendor, y en un determinado momento mirás a tu alrededor y la gente se empieza a ir.
La gente va, agarra sus abrigos, y se va, o se sienta en los sillones, salis afuera, se está haciendo de dia, empezás a preguntar que hora es, te ponés a mariconear como si hubieras estado trabajando en un jornal de construccion, te subís al bondi, comentás lo que te gustó más, pasás por la última caminata y volves al mismo lugar de donde saliste, donde dejás todo lo que te preparaste hace unas 6 o 5 horas.
Esta es la parte donde me acuesto y no muero instantaneamente saturando energias y desconectando la maquina de pensar, no. La máquina de pensar sigue encendida y te empezás a sentir como un perro cuando le quitan su cucha y sus crías, volves a dormir sola, te planteas y no podes entender que hace un rato estabas rodeadisima de amigos y de gente que te empujabas y estaba todo bien, y ahora estas de vuelta ahi.
Menos mal que no tengo cama de dos plazas, sino no se podria ni escribir la sensacion de soledad luego del baile.
Todos pasamos por este Depress After Party, lo mejor, diria yo, es cuando se termina la ultima caminata, atacar con una buena bebida y no dar lugar a resaca emocional.


Salú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario