viernes, 30 de julio de 2010

En el tubo de ensayo una gota de nostalgia y otra de furia la hicieron explotar.

El calendario marcaba 30 de julio y arrancaba en mediodía, con un aire espeso, de esos llenos de gases que pintan la calle de niebla y son feos de respirar, de los que no huelen a oxigenado de árboles, sino a nafta o desodorante de ambiente de hospital.
Se dirigió hacia la ultima habitación de la casa, donde toda la luz que entraba eran su musculosa blanca y un rayo fino de luz que entraba e iluminaba el oscuro rincón donde se sentó y se quedó pensando sobre un banquito de madera.
Sentada allí abrió el segundo cajón de su mesa de luz y sacó esa caja donde guardaba sus mejores recuerdos, que desprendía tanta nostalgia y que tantas veces la había hecho llorar.
La volvió a guardar lentamente, como si no quisiese despedirse, desenchufarse de ese momento que la había hecho reflexionar; entonces se inclinó un poquito y estirando el brazo tomó esa botella de vodka que hace un tiempito habían comprado con su hermano y la ocultaron debajo de la cama por si algún día la querían terminar; y siguió pensando, entre trago y trago recorriendo y torturando su mente un poco más.
Hasta que no tenía más la botella en mano y ahora se encontraba agarrándose la cabeza con los dedos apretados, como cuando uno intenta apretar una lata y reducirla hasta el mas minimo tamaño que pueda tener, hasta que de repente se levantó de un solo salto en el que sus piernas hicieron de resorte, agarró una esfera de cristal que tenía sobre una madera que se sostenía en dos bisagras a la pared, y entreabriendo su boca y sus ojos la lanzó contra esa unión donde se juntan la puerta con la otra pared.
En ese momento pude empujar la puerta tratando de hacer el más sigiloso movimiento y me quedé paralizada mirando cuando los ojos le reventaron de rabia e impotencia y sin más remedio se dejó caer hacia el suelo, dejando rebotar su cabeza una vez, y partiéndose la ceja de su ojo izquierdo le entregó todas sus lágrimas a las baldosas color negro mate que hacían el cuarto más oscuro y más frío esta vez.
Así me quedé un largo rato, sintiéndome un fantasma, porque ella tendida en el suelo llorando, no hizo ningún mérito a mi presencia, y para salirme de esa invisibilidad, me senté al lado de ella y le pregunté:-¿Estás bien?.
Y levántandose despacio agarró mi brazo apretandolo bien fuerte y caminó hacia el rincon donde se había estrellado la esfera, mientras que con su otra mano agarró un puñado de vidrios, y luego dejándolos caer junto con su sangre me cegó con la mirada penetrante y se sentó en el piso a la altura de mis rodillas.

"Imaginate que la bola de cristal en vez de un macaquito con nieve tenía adentro a el mundo gritandome lo que tenia que hacer, a mi padre creando expectativas sobre mi oido todos los días desde que el doctor me vió nacer, y el noticiero en la tv repitiendo una y otra vez la mierda del mundo y una bolsa con mil preguntas sin respuesta que nunca me animé a hacer.
Entonces es cuando las cosas negativas se ocupan mi mente hasta que queda absolutamente un ruido permanente y miles de pensamientos vuelan a la velocidad de la luz, haciendome colapsar contra la realidad, y convirtiendo mis sueños en montón de picadillo como los vidrios de la esfera de cristal."
-Me dijo.
Luego se levantó y sin darme lugar a soltar ni una sola palabra, se marchó.

Y me quedé con la mirada ida, volví a la realidad y cuántas personas habrán lanzando su esfera de cristal en este momento, en el día a día, por el mundo y por acá.
Un día nublado,donde se presta una mezcla de furia y nostalgia que te hacen romper en lágrimas y no querer volver más.
Que suerte que las reglas de matemática sean siempre igual, y que de dos signos negativos surja el de mas. Y de que el sol siempre salga después de un día de lluvia y lágrimas de oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario